domingo, 22 de junio de 2025

Criminología vivida: cuando la teoría se topa con la realidad

La criminología, como disciplina, ha desarrollado herramientas potentes para analizar el delito, la desviación y el control social. Sin embargo, cuando esa teoría se aplica en contextos reales —intervención directa con menores, programas de prevención o acompañamiento a personas en situación de exclusión— surge una distancia entre el marco académico y la vida cotidiana. Es en esa fricción donde emergen aprendizajes que la teoría sola no alcanza. 

 1. La intervención no empieza con el diagnóstico, sino con el vínculo.
 Muchos manuales centran la intervención en la evaluación de riesgos, la clasificación del perfil delictivo o la construcción del itinerario. Pero la realidad muestra que ningún plan educativo o acción sociojurídica funciona si no se ha construido previamente un vínculo de confianza con la persona. En contextos residenciales, educativos o comunitarios, el profesional es muchas veces la única figura estable que permanece. Esto implica repensar la intervención no solo desde lo técnico, sino también desde lo relacional. Las personas no cambian porque les expliquemos el código penal, sino porque sienten que pueden confiar, expresar y reconstruirse en un entorno que no les juzga. 

2. El concepto de “riesgo” no siempre contempla la estructura.
 En el análisis criminológico tradicional, el enfoque sobre la peligrosidad o la reincidencia suele centrarse en el individuo. Sin embargo, en muchos casos, el comportamiento catalogado como “desviado” responde a dinámicas estructurales de exclusión: pobreza, violencia institucional, fracaso educativo, migración no acompañada, discriminación o falta de referentes afectivos. La práctica muestra que el “riesgo” no reside solo en la persona, sino en su contexto estructural y emocional. Por eso, la intervención efectiva no puede limitarse a “modificar conductas”, sino que debe facilitar entornos y experiencias que habiliten alternativas reales. 


 3. Los marcos normativos protegen, pero también condicionan.
 La legislación en protección de menores, justicia juvenil o atención a la diversidad marca protocolos necesarios. Pero en la práctica, los márgenes de acción suelen estar condicionados por ratios, plazos administrativos, falta de recursos o saturación institucional. Muchas decisiones técnicas acaban teniendo más que ver con lo que se puede hacer, que con lo que sería más adecuado. Esto obliga a los profesionales a tomar decisiones complejas, donde lo humano y lo legal no siempre coinciden. El reto es aprender a moverse dentro del marco, pero sin dejar de poner a la persona en el centro. Eso requiere ética profesional, conciencia crítica y espacios de supervisión que acompañen esa tensión. 

 4. Lo emocional también es intervención.
 La formación académica pone énfasis en conceptos como disuasión, prevención, intervención secundaria o control formal. Pero en el trabajo directo, lo que muchas veces repara es la escucha, la contención y la coherencia del adulto referente. No se trata de sustituir la familia, ni de “salvar” a nadie, sino de sostener emocionalmente para que el otro pueda, en algún momento, sostenerse por sí mismo. Incorporar lo emocional como parte del trabajo profesional no es debilidad, sino madurez profesional. No basta con técnicas: hacen falta humanos que sepan estar, resistir el conflicto y no reactivar el abandono. 

 5. La práctica exige flexibilidad, no improvisación.
 Intervenir en territorio, en contextos residenciales o comunitarios, requiere capacidad de reacción ante situaciones imprevisibles: una crisis emocional, una conducta agresiva, una denuncia que cambia el marco de actuación. Tener formación no siempre garantiza saber qué hacer; tener experiencia no siempre alcanza para hacerlo bien. La clave es la formación continua, la reflexión crítica y el trabajo en equipo. La improvisación sostenida desgasta y expone; la flexibilidad acompañada construye práctica con sentido. La criminología vivida no es una renuncia a lo académico, sino una exigencia a completarlo con experiencia, análisis contextual y una ética del cuidado.

 Trabajar con personas en situación de vulnerabilidad implica transitar un territorio donde los protocolos se cruzan con historias personales, y donde las herramientas más útiles a veces no son las que aparecen en los apuntes, sino las que nacen en la relación, el respeto y el tiempo compartido. Quienes trabajamos en lo social y lo educativo no debemos elegir entre técnica o humanidad: debemos integrar ambas. Porque si algo enseña la práctica es que la intervención más efectiva no siempre es la más estructurada, sino la más humana y coherente.


Criminología vivida: cuando la teoría se topa con la realidad © 2025 by Teresa Fibla is licensed under CC BY-NC-SA 4.0

viernes, 31 de enero de 2014

El lavado de dinero. Modelos de legitimación de la delincuencia organizada.





A día de hoy entendemos como blanqueo de capitales, la adquisición, uso, conversión o transmisión de bienes procedentes de actividades no legales o bien de la participación en las mismas, para amagar o encubrir el origen o bien para ayudar a la persona que haya participado en la actividad delictiva a eludir tanto las consecuencias de sus actos, como la ocultación o encubrimiento de la verdadera naturaleza, origen, disposición...etc, aun cuando las actividades que las generen sean desarrolladas en el territorio de otro Estado.

Este es , a día de hoy, el método más usado de legitimación que la delincuencia utiliza para legitimar sus bienes. Esta actividad es conocida también como lavado de dinero. Este medio, es considerado también delito y encuentra sus fuentes generadoras en otros tres tipos de delitos: el narcotráfico, la corrupción y la evasión fiscal.

El lavado de dinero es desarrollado en gran cantidad de países, pues la corrupción es fomentada por las grandes naciones al oprimir a otras, generando pobreza y , como consecuencia, encontrando los pueblos el delito como única fuente de ingresos mientras que las naciones pequeñas o pobres la cultivan bajo el supuesto de que es una de sus pocas oportunidades de sobresalir y paliar la miseria.
El lavado de dinero no es una novedad dentro de los negocios ilegales o ilegítimos, ya se encuentran antecedentes a principios del siglo XX, y justamente en el país que se ha convertido en su principal perseguidor, los EEUU.
Los primeros lavados de capital fueron llevados a cabo en los EEUU en la década que lleva de 1930 a 1940, en el periodo conocido por todos como La Ley seca, época en que la venta y distribución de alcohol era considerada ilegal. De esa forma, muchos criminales crearon empresas con la finalidad de ocultar el dinero obtenido de las actividades delictivas y hacer que pareciese fruto de trabajo honrado. Patológicamente, la mayoría de negocios que se montaron para tal efecto fueron en su mayoría lavanderías. Otra teoría nos indica que el lavado de dinero se generó durante la Segunda Guerra Mundial, época en la que tanto Italia como Alemania mandaban oro a bancos suizos para generar divisas por concepto de intereses.
Este oro era obtenido mayoritariamente del saqueo realizado por las tropas de ambos países en los territorios dominados. También gran parte de estas reservas se obtuvieron a través de las incautaciones que las tropas nazis realizaron sobre los bienes de los judíos enviados a campos de exterminio. Este oro incautado era fundido y vendido en lingotes a destinatarios contactados por los bancos suizos.
Suiza se pobló de bancos al acabar la Segunda Guerra Mundial. Estos para poder operar obtuvieron recursos y capital cuyos orígenes eran inciertos, respaldados por el sigilo ofrecido a sus clientes la cantidad de estos depósitos creció abundantemente. El problema se hace más relevante no tan solo con la globalización de los mercados financieros, sino también con el incremento del negocio del trafico de drogas, el negocio más rentable después de la industria armamentística.
A partir de esto nace la necesidad de sancionar todas las conductas que tienden a legitimar el dinero obtenido ilícitamente. Esto se basa en un intento de neutralizar los beneficios económicos derivados del trafico de drogas.
Cada vez más países están estableciendo mecanismos legales y normativa en cuanto a lavado de dinero.
El propósito es reforzar y extender los mecanismos de cooperación internacional para perseguir las diferentes formas de actividad criminal, como lo son el terrorismo o el lavado de dinero.
Las tres fuentes principales que originan el lavado de dinero se pueden considerar: el narcotráfico, la evasión fiscal y la corrupción. Las cantidades ganadas con estas actividades se canalizan hacia otras actividades de las que de la noche a la mañana surgen empresarios prósperos.

martes, 28 de enero de 2014

El atraco a entidades bancarias.


Parece que nunca nos va a suceder nosotros hasta que un día nos vemos dentro de esas situaciones que siempre pensamos que suceden a los otros. El miedo a un atraco siempre ha alimentado el miedo y las ilusiones de clientes y ladrones es por eso que los bancos y entidades bancarias disponen de protocolos de actuación y sistemas de seguridad ante estas circunstancias.
El riesgo de atraco debe estar contemplado como riesgo laboral y que las empresas (sobre todo las del sector de banca y ahorro) deben tener en cuenta el atraco en sus Planes de Prevención. El colectivo laboral se ve expuesto a un índice de riesgo bastante superior al de otros ámbitos profesionales, además de enfrentarse no sólo a los riesgos físicos que los atracos entrañan, sino también a sus posibles consecuencias, traducidas en ocasiones en afecciones como el estrés.



Se ha propuesto un protocolo de actuación en caso de atracodirigido preferentemente al personal que presta sus servicios en la Red de OficinasComerciales, y basado en cuatro principios básicos:

1-Prevención: establecimiento e implantación de todas las medidas de seguridad a las que obligue la normativa vigente, especialmente el RD 2364/1994 referido al Reglamento de Seguridad Privada.

2-Organización: concreción de los aspectos de riesgo y sus consecuencias; información y comunicación de los mismos a la plantilla; establecimiento de un marco de actuación, tanto preventivo como posterior al atraco; actualización de guías de acción e inclusión del atraco en los Planes de Contingencia de la Entidad; evaluación posterior al atraco de las causas
del mismo y corrección de las deficiencias que se detectasen; depuración de responsabilidades, si las hubiera.

3-Formación: tanto teórica como práctica, dirigida al personal más
expuesto a sufrir un atraco; normas de conducta de aplicación durante su
desarrollo y simulacros-ensayos en tiempo real.

4-Asistencia: posterior al atraco y dirigida a quienes hayan pasado por esa situación; de carácter médico-psicológico y laboral/profesional.
No existe una garantía única para no ser atracado pero si que existen unos conceptos generales de seguridad para minimizar riesgos ante estas potenciales situaciones, aunque parezcan obvios se destacan a continuación:
Evitar comentarios con personas desconocidas más aun cuando nos encontramos en presencia de cash y dinero que estamos manejando en ese momento. El atracador es una persona que a menudo busca elementos de distracción.
Abrir las puertas de la oficina bancaria en presencia de algún compañero y no cuando está solo. Realizar una rápida observación del terreno, este sencillo mecanismo puede llegar a ser muy natural y no tiene porque crearle tensión. En el momento de la salida del establecimiento deberemos realizar el mismo procedimiento. Cumplir con las normativas internas sobre orden de las acciones y elementos. Utilización de mostradores secundarios, cajas fuertes de retardo. Aunque el trabajo sea algo más lento es importante que sea efectivo pues la seguridad nunca es excesiva.
Si detectamos que la oficina pudiera estar sometida a algún tipo de vigilancia deberemos dar aviso a las fuerzas y cuerpos de seguridad correspondientes.
No permitir el acceso a la oficina fuera de los horarios establecidos de atención al público, evitando siempre hacer operaciones comprometidas en presencia de personas ajenas a la
Entidad, recarga de cajeros, apertura de la caja fuerte, traslado de fondos, arqueos o recuentos de efectivo.

lunes, 27 de enero de 2014

El testimonio de la víctima. Cuestiones a considerar






Después de hacer un breve recorrido por los aspectos más sobresalientes en cuanto al testimonio de personas nos encontramos frente a un hecho muy frecuente y es que el individuo que tiene que relatar lo que ha ocurrido sea al mismo tiempo víctima de ese suceso. Por ello se puede intuir que nos hallamos entonces ante un caso que es claramente diferente de los demás.

Resulta evidente que, en principio, nos encontramos con niveles de estrés mucho más elevados que en los casos en los cuales el testigo no es víctima; aún más, puede ser que la víctima se halle en una situación totalmente crítica, bien porque está inmersa en un ataque de llanto o porque esté bloqueada por completo o presente diversos patrones conductuales todos ellos originados por la situación de crisis en la que se encuentra.

No debemos olvidar que si bien las víctimas de delitos presentan en general características comunes, son diferentes los problemas a los que nos vamos a enfrentar a la hora de recoger su testimonio si nos referimos a víctimas de violación, accidentes graves, víctimas de robos, víctimas de agresiones dentro del ámbito familiar o si esas víctimas con niños.

Existen unas pautas generales que se aplican en el seno de la Policía y atiende a las víctimas de los siguientes delitos: agresiones sexuales, violencia doméstica, accidentes graves, robos con uso de intimidación o fuerza, delitos contra menores, y otro tipo de delitos que aconsejen la puesta en marcha del programa según sea el estado en el que se encuentra la persona.
Estas pautas tienen como objetivo actuar sobre la persona en el primer momento en que esta tiene relación con la policía, ya sea en el lugar de los hechos o cuando la víctima se persona en dependencias policiales para poner una denuncia. Es obvio que las primeras personas que tendrán relación con ella serán los policías y para estos casos en concreto se ha realizado una formación específica dirigida a estos profesionales.

Con todo esto se pretende proporcionar a los policías tanto los conocimientos necesarios para tratar de forma adecuada a las víctimas, como la posibilidad de participar en una visión más amplia de estos casos no quedándose en una labor policial impermeable sino que abarque otros campos de actuación que han de ser tenidos en cuenta.

Independientemente del lugar donde se produzca la intervención policial, se mantendrá una entrevista con la víctima en un espacio que le permita preservar su intimidad y privacidad. Durante el desarrollo de esta entrevista se tendrá en cuenta:

1-Solicitar la presencia del psicólogo según la tipología denunciada y previa información a la víctima.

2-Evitar esperas e interrupciones así como cambios de instructor del atestado en esta fase de las diligencias.

3-Procurar que el lugar donde se recoge la denuncia sea lo suficientemente cómodo para salvaguardar la intimidad de la persona durante su relato de los hechos.

4-Procurar un trato personalizado, identificándose el agente e informando de los trámites que van a iniciarse sin olvidar mostrar interés por las posibles necesidades personales inmediatas de la víctima.

5-Solicitar un relato de los hechos, haciendo posteriormente las preguntas necesarias e ir de lo más general a lo más particular y personal.

6-Evitar comentarios directos o a terceros que puedan ser oídos por la víctima e interpretados por ella como autoculpabilizadores de lo ocurrido.

7-La policía cuidará que la víctima pueda regresar a su domicilio con las máximas medidas de seguridad.

8-Alejarse de actitudes paternalistas y evitar los consejos personales que puedan dar lugar a crear expectativas en la víctima de difícil consecución.

9-Intentar establecer un buen contacto con la víctima: empatía, escucha, posición cercana y respetuosa.

10-Ayudarla a la acción. Examinar con ella el problema objetivamente, no minimizar ni dramatizar, ayudándole a la toma de decisiones.

11-La entrevista debe realizarse sin interrupciones.

12-Explicarles el por qué de cada pregunta antes de formularla.

13-Ayudarle en la sistematización y puesta en orden de la información facilitada.

14-Propiciar que la víctima comience cuanto antes a tomar decisiones y tome parte activa en el proceso de la denuncia. El estímulo de la denuncia se comprende como acción que se emprende para romper la sensación de indefensión. Se debe entender el estado emocional de la víctima, y no juzgar su decisión en caso de no querer presentar denuncia o en el caso de retirarla posteriormente.

15-No es conveniente proceder a la toma de declaración inmediatamente, es mejor que primero relate los hechos y se desahogue.







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miércoles, 11 de diciembre de 2013

Cómeme el coco, negro! Cognición y persuasión.






Hoy ha vuelto a mi mente un tema: El mito de la caverna. Aquello que para mi profesora de filosofía de tercero de bachillerato parecía tan importante, y que para mi no supuso más que un ejercicio de copy-paste (memorización y plasmado en papel en un posterior examen). Es ahora, con la edad y la experiencia, y ganas también de aprender cosas que en otros momentos no me motivaron lo más mínimo, cuando este mito me sirve de recurso para dar explicación a muchos de los fenómenos y situaciones que nos rodean a diario.

La persuasión es herramienta que se utiliza como proceso para cambiar las creencias y las actitudes de otras personas, y por lo tanto conseguir en ellas un cambio de conducta. Herramienta que es utilizada tanto en la publicidad como en la propaganda política.

La necesidad de cognición hace referencia a la motivación y preferencia que tienen las personas hacia la actividad de pensar. Las actividades cognitivas forman parte de nuestra razón de ser, y el interés y disfrute de las mismas varía sustancialmente de una persona a otra, así como los resultados y respuestas ante los mismos asuntos.

El conocimiento nos es necesario para poder tener contacto con la realidad, es herramienta necesaria para poder percibir, procesar y representar el mundo que nos rodea. Representación mental que nos es necesaria para comprender tanto nuestra conducta como la de los demás.

Las personas con alta necesidad de cognición son activas cognitivamente. Se esfuerzan en fomentar su propia actividad mental y son poseedoras de una fuerte motivación intrínseca para realizar tareas de carácter cognitivo. Piensan detenidamente antes sobre cualquier tipo de información antes de llevar a cabo una acción. Requerirán de discursos de mayor calidad argumental para llegar a ser persuadidas y sus decisiones serán también más duraderas y predecibles.

Las personas con baja necesidad de cognición son más perezosas cognitivamente, confían más en heurísticos en su funcionamiento cognitivo cotidiano. Ante una situación de falta de información o incertidumbre, estas personas recurren con mayor frecuencia a atajos mentales o heurísticos para simplificar la solución de problemas. Estos atajos les permiten realizar evaluaciones de la realidad en función de datos que muchas veces son parciales e incompletos. Aunque a veces estos heurísticos nos son necesarios para simplificar la cantidad de procesos mentales que tenemos que llevar a cabo dada la gran cantidad de información a la que estamos sometidos continuamente. Necesitamos llevar a cabo un filtrado selectivo de toda la información que nos rodea y utilizamos estos atajos cognitivos a veces incluso cuando disponemos de datos que nos permitirían una evaluación más fiable y conclusiones más correctas y menos sesgadas. Los juicios sesgados afectan a muchísimas esferas de nuestra vida e incluso a la laboral y que consecuentemente afectan a nuestras decisiones y conductas.

Estos heurísticos son utilizados como recurso de persuasión por los medios de comunicación en la difusión de publicidad.

Así podemos decidir la compra de un determinado artículo porque creemos que eso va a tener un impacto emocional futuro, que nos va a hacer más felices (sesgo de impacto); podemos decidirnos por la compra de un artículo haciéndonos creer por ello que somos personas con mayores cualidades (efecto Dunning-Kruger); decidirnos por una marca antes que otra creyendo que así formamos parte de un colectivo diferente y mejor (heuristico de representatividad). Estos argumentos persuasivos están basados más en la credibilidad de la fuente, o en el estado emocional o psicológico del público, que en la lógica del mensaje que serían más adecuados para la persuasión de personas con alta necesidad cognitiva.
Podríamos enlazar estas cuestiones heurísticas con los experimentos llevados a cabo por Asch y Milgram.

Así por ejemplo un mensaje publicitario que nos muestre que la opción de compra que se nos ofrece es la elegida por la mayoría (la compra de una determinada marca de dentífrico avalada por la mayoría de dentistas) puede hacer decantar a una persona con baja necesidad de cognición a la compra del mismo. El sujeto se conforma a lo que una mayoría dice que es la mejor opción con tal de no presentar un desacuerdo con lo que para él sería la percepción de pertenencia a un grupo social. Evita sentirse excluido, la incomodidad o tensión cognitiva que para él representaría tomar la decisión contraria a la expuesta por una mayoría. Jugaría esta estrategia publicitaria con la necesidad de pertenencia al grupo o de afiliación inherente a todo ser humano y la tensión emocional que provoca en nosotros su carencia.

Un mensaje publicitario en el que aparece alguien presentando un producto avalado por alguien que supuestamente encarna a una autoridad, como por ejemplo un científico que asegura que usar un determinado producto produce un determinado beneficio, seguramente será más convincente que un mensaje presentado por alguien que no está investido como autoridad. Los sujetos se muestran sumisos ante mensajes de este tipo, “se ven obligados” a realizar una conducta que en otra situación con toda probabilidad no hubieran llevado a cabo.

Las personas con baja necesidad de cognición serán más fácilmente persuadidas, con actitudes menos fuertes que las personas con alta necesidad de cognición, más susceptibles al cambio, de decisiones inestables y por lo tanto menos predecibles en su comportamiento futuro.

Es así el receptor del mensaje persuasor el que determina la eficacia de éste en función de su juicio y respuesta cognitiva. Este modelo, de respuesta cognitiva, es el que otorga al receptor el poder para aceptar o rechazar el contenido del mensaje persuasor.

Parece importante el tipo de respuesta cognitiva en este tipo de contextos porque los mensajes persuasivos, tanto en publicidad como en política pueden ser un arma de doble filo. En una situación, en la que tuviéramos una persona con una alta necesidad de poder y una multitud de personas con una alta necesidad afiliación podría llevar a consecuencias de muy variado tipo según si el objetivo del persuasor es sensato o no. La historia nos pone ejemplos donde personas sin un objetivo o sin un sentido en la vida se dejaron cegar por el discurso de un “líder” con objetivos poco éticos y que llevaron a tener como resultados crímenes brutales, como el genocidio nazi o el suicidio colectivo de todos los individuos que formaban parte de la secta del templo del pueblo en Jonestown a finales de los 70.

La mejor arma para combatir este tipo de consecuencias nefastas sin duda es la formación de personas con criterio crítico. Personas resistentes a argumentaciones fáciles, de calado más emocional que racional, personas capaces de encontrar la verdad a través de fuentes de información variadas y exactas, con recursos que les permitan procesar el máximo de datos posibles antes de tomar una decisión importante.

La atención y la memoria selectiva son atajos que nos facilitan los procesos, pero también ocasionan errores y prejuicios de consecuencias negativas.

El reconocer que no somos perfectos y cuales son nuestras limitaciones puede ayudarnos a ser conscientes de la no siempre concordancia entre un argumento y un hecho real, a ser personas más flexibles y tolerantes con nuestras verdades y las de los demás, a tomar mejores decisiones y a pensar mejor.
Los publicistas para lograr persuadir a una persona la analizan previamente, la entienden y se adaptan a sus necesidades, e incluso crean nuevas necesidades para nosotros con tal de tener una porción de mercado. Sabiendo esto, y para contrarrestar las consecuencias negativas, deberíamos empezar por ahí: conocernos, comprendernos y saber cuales son nuestras verdaderas necesidades para poder vivir de una forma lo más adaptativa posible a nuestro entorno. Conociendo esto nos puede ser más fácil poner límites a todo aquello que se relaciona con nosotros de una forma instrumental, y poder ser nosotros los que controlamos nuestro destino. Debemos sentir que somos nosotros quienes manejamos nuestra vida y saber cuales son verdaderamente nuestras necesidades. Tener una buena autoestima puede hacernos disminuir la angustia mental y por lo tanto aumentar nuestra calidad de vida.

Se requiere también la necesidad de protección de los menores en este sentido. Los tutores o responsables de los menores deberían controlar la cantidad y calidad de los mensajes persuasivos a los que éstos son sometidos. Pues su escasa formación y control emocional los hace un blanco fácil para la publicidad y los contenidos violentos.

Para nuestro cerebro aquello que no captamos a través de los sentidos parece ser que no existe. Y con ello vuelvo al principio de mi reflexión, al mito de la caverna, a la comparación de éste a la situación social que la mayoría de nosotros vivimos a diario. A la exposición constante y bombardeo publicitario y propagandístico al que los medios de comunicación, tanto prensa escrita, radio, televisión y ahora también internet intentan someternos a diario. Los medios de comunicación a parte de ser un entretenimiento o fuente conocimiento son también la puerta de entrada al mercado de consumo, a un mundo creado para nosotros, al igual que las sombras que se reflejaban en la caverna y que son capaces, si no cortamos las cadenas de la alienación y centramos nuestra atención en otras cosas, a hacernos creer que la única realidad existente es la que se nos muestra a través de estos portales. Desde luego, salir de la comodidad, de la zona de confort, supone un esfuerzo cognitivo, pero sin duda la libertad para poder crear una realidad acorde a nuestras verdaderas necesidades merece la pena. Quizás la democracia no sea escoger entre la amplia gama de opciones de mercado que se nos ofrece, sino en decidir que nada de todo eso es realmente necesario para crecer como persona y lograr el bienestar.

Hay que ponerle límites a este tipo de esquizofrenia colectiva y materialista que parece querer hacernos confundir el verbo tener con el verbo ser ser, donde el apego y la comparación con los demás nos llevan a la búsqueda ansiosa de un estado de felicidad imaginario.





Licencia de Creative Commons
Cómeme el coco, negro! Cognición y persuasión. by Teresa Fibla Meis is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional License.
Creado a partir de la obra en http://www.psicothema.com/psicothema.asp?id=3159.


sábado, 24 de agosto de 2013

Conclusiones sobre los micromachismos y sus consecuencias.







La violencia machista es un problema nacido con la civilización, y aun no erradicado en nuestros días. Erradicación dificultada por el sistema de valores patriarcal de fuerte arraigo en nuestra cultura.
La violencia contra las mujeres ha afectado y afecta aun hoy día a mujeres de todos los ámbitos y capas sociales, lo cual ha relegado a éstas a jugar un papel secundario y subordinado al hombre incluso en lo que a día de hoy llamamos sociedades “civilizadas”.
Generalmente la mujer se ha visto excluida de la vida pública y se le ha negado o dificultado el acceso a la formación y conocimiento. Su papel fundamental en la sociedad ha sido el de cuidadora y de servicio a los demás.
El poder, lo público, el control y la razón han sido durante mucho tiempo monopolio del varón.
Se ha configurado así un sistema de vida dual, en el que las mujeres acatan y los hombres gobiernan. Sistema que ha llegado a impedir que las mujeres puedan autoafirmarse como individuos, y en el que las mujeres han sido dependientes dentro de una relación de poder y sumisión.
El sistema patriarcal ha sido hasta no hace mucho un sistema dogmático, y que con el incremento de acceso a la participación en la vida publica de la mujer poco a poco ha ido desvaneciéndose. Aunque estas diferencias de acceso a la participación igualitaria en los asuntos vitales cada día está más difuminada, la violencia hacia la mujer continúa ejerciéndose aunque sea de forma más silenciosa.
Si bien cada día la violencia ejercida contra la mujer ha sido censurada cada vez más en su forma explicita, las formas más silenciosas (microviolencias) se siguen ejerciendo y son causa de explosiones de violencia de carácter grave contra éstas.
La influencia social, la educación y la familia, aunque las leyes determinen que las condiciones entre hombres y mujeres deben ser igualitarias, aun tienen en su imaginario las formas patriarcales. Aunque la sociedad en general esté informada en su mayoría de que la violencia machista está prohibida, hay formas de violencia, que al ser ejercidas en el ámbito más privado y ejercidas de forma sutil no siempre son fáciles de demostrar, pero si tienen consecuencias fatales en la salud y la psique de la persona sobre la que ésta es ejercida.
Estas violencias cotidianas, sutiles y silenciosas, y que no siempre son ejercidas de forma consciente (denominadas por Bonino micromachismos), aparecen muchas veces bajo la máscara de la igualdad. Pero disfrazan actitudes de monopolio de autonomía y poder (Godelieur y Bordieu) por parte de los varones. Actitudes con acciones y omisiones que dejan asomar formas condescendientes, manipuladoras, encubiertas y de pseudoimplicación en las propias responsabilidades, y que ofrecen resistencia al cambio para la igualdad.
Este tipo de microviolencias parece llevar a las mujeres a pagar un precio muy alto, la propia libertad y autodeterminación, a la hora de plantearse el formar una familia si encuentran frente a si hombres que utilizan este tipo de estrategias de permanencia en el poder.
Si la violencia machista tiene un carácter estructural dentro de nuestra sociedad parece lógico para poder acabar con esta problemática empezar a trabajar desde la raíz del problema. Acabar con los cimientos de las creencias machistas debe empezar por el hacer visible la problemática, no permitir por medio de la desinformación que ésta quede silenciada. La información parce ser importante tanto para ayudar al reconocimiento de estas actitudes violentas por parte de las victimas como al autoconocimiento de las conductas violentas por parte de los autores. La educación, empezando por la familia y continuando con el ámbito académico, deben ser los cimientos donde se asiente la ruptura con el sistema patriarcal y desigual. El conocimiento partiendo de puntos de vista diferentes, la empatía, la escucha activa y el aprendizaje sobre las emociones humanas y como afrontarlas de forma asertiva, responsable y no violenta pueden ser las claves a aplicar dentro de los ámbitos educativos y de reinserción para contribuir a la erradicación de las relaciones de poder entre personas y que son fuente de la mayoría de actos violentos.

Bibliografía
Bonino, L. (2008). Micromachismos: el poder masculino en la pareja “moderna”. En J. A. Lozoya y J. M. Bedoya (Comps.), Voces de hombres por la igualdad (pp. 89-108). Madrid: Ed. Chema Espada.

Monferrer, J. M. (2012). La violencia en la familia. En J. M. Monferrer, Sociología (pp. 279-283). Madrid: Ediciones CEF.

Pescador, E. (2008). Masculinidades y Violencia. En J. A. Lozoya y J. M. Bedoya (Comps.), Voces de hombres por la igualdad (pp. 109-125). Madrid: Ed. Chema Espada.

Licencia Creative Commons
Micromachismos y sus consecuencias. Conclusiones. por Teresa Fibla Meis se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 Unported.
Basada en una obra en www.luisbonino.com.


lunes, 6 de mayo de 2013

El experimento de la cárcel de Stanford. Reflexiones sobre la influencia social.










En 1971, en Stanford, Philip Zimbardo llevó a cabo uno de los experimentos más relevantes sobre la respuesta humana a la cautividad y los efectos de los roles impuestos en la conducta. En este experimento se cuestiona como el hombre puede pasar, la que parece impermeable frontera del bien al mal. También cómo personas que en principio son buenas, quedan impasibles ante este tipo de situaciones y lo permiten, quedando en cuestión incluso si el experimento y los métodos utilizados por Zimbardo y su equipo estaban dentro de los limites éticos del proceso empírico.

Para llevar a cabo el experimento, Zimbardo, reclutó a jóvenes estudiantes, que se presentaron voluntariamente para participar en el experimento, a cambio de una retribución 15 dolares por día. Estos estudiantes entraban dentro de los estándares de “normalidad”, eran chicos pertenecientes a la clase media, estudiantes, que no presentaban patologías mentales y que no se consideraban conflictivos. Representaban lo que todo el mundo viene a llamar “buenos chicos”.

El experimento dirigido por Zimbardo se llevó a cabo en los sótanos de la Facultad de Psicología de la Universidad de Stanford. En ellos se habilitó de forma simple lo que sería el “complejo carcelario” y las celdas.

Se asignó al azar, de los 24 estudiantes seleccionados, a 12 el rol de carcelero y a 12 el rol de prisionero.

Para detener a los “prisioneros”, Zimbardo contó con la colaboración de la Policía de Palo Alto. La intención era darle más credibilidad y apariencia real a las detenciones. Estas se llevaron a cabo en presencia de familiares, conocidos y vecinos de los estudiantes que jugaban el rol de prisioneros. Para poder dotar de un carácter más real a la situación simulada, el equipo de Zimbardo contó con la colaboración de funcionarios de prisiones como Carlo Prescott, que les asesoró en el funcionamiento de una prisión.

Zimbardo, en su libro “El efecto Lucifer”, nos habla de como al contrastar sus estudios con los de otros autores, observa como en diferentes culturas la desindividuacion y el anonimato predicen el fomento de conductas agresivas en situaciones en las existe una “autorización “ para llevar a cabo conductas que normalmente están prohibidas. Así se justifican muchas veces conductas antisociales como la tortura o las mutilaciones cometidas en situaciones excepcionales como las guerras. El anonimato que ofrece un uniforme, una máscara o una pintura en la cara hace que se desvanezca la compasión por el “enemigo”.

En este tipo de situaciones, en las que se produce una disonancia cognitiva en el sujeto (sus creencias personales y el rol que debe jugar en público), ocasiona el cambio conductual necesario para acabar con la tensión que esta atribución cognitiva sobre la situación le produce , y lo empuja a actuar, aunque sea en contra de sus convicciones íntimas. En estas situaciones, los sentimientos dominan a la razón y la acción a la reflexión. Parece que las personas, con tal de acabar con ese sentimiento incómodo actúan sin plantearse de forma racional si lo que hacen es correcto o no. La conducta del individuo responde a las exigencias inmediatas de la situación. Exigencias a las que el individuo no atiende para hacer un juicio crítico y responsable, como tampoco atiende para hacer una evaluación de las consecuencias futuras que sus actos pueden acarrear.
Así como el anonimato parece ser que favorece la conducta antisocial, el etiquetar a los demás atribuyéndoles una identidad “carente de valor”, y la deshumanización que le es inherente, posibilita en muchos casos actuaciones inhumanas. El ver o hacer ver a seres humanos como objetos o cosas puede provocar que se les acabe tratando como tales objetos, y con ellos no es necesario llevar conductas morales o empatizar con ellos. Estas etiquetas crean en la mente al “enemigo” al “otro” “diferente” y con ello se justifican los peores de los actos que se pueden cometer.

Se simuló la detención de los presos y estos llegaron a la prisión con los ojos vendados, con lo que la situación de incertidumbre en los presos comenzó a crearse (desorientación física y horaria). Para llevar a cabo el proceso de desindividuación de los presos, se les dio una uniformidad en la apariencia. Los presos fueron vestidos con unos camisones, chanclas y una media en la cabeza. El ir vestido, en cierto modo como una mujer y hacerles tapar el pelo (única seña de identidad personal) los hizo sentirse también humillados y encontrarse en un plano inferior en la relación con los carceleros. Sus nombres fueros cambiados por un número impreso en su camisa. Dejaron de ser quienes eran para convertirse en el preso numero X.

A los presos se les ofreció a todos un mismo uniforme, porras, silbatos y unas gafas de sol que les ocultaban los ojos y facilitaban el anonimato. Un anonimato que favorecerá junto a la “responsabilidad “del director del proyecto de todo lo que allí dentro pasa, la desvinculación moral de su conducta con los presos. Se crea aquí una relación de poder carcelero-preso. A partir de ahora los carceleros impondrán sus reglas y disciplina, los presos se conformarán a las reglas y obedecerán a los carceleros. Esta relación poder-sumisión irá incrementando en numero y forma de violencia, hasta convertirse en totalmente patológica.

Pero no solo las acciones de los individuos pueden ser calificadas como maldades, el no hacer nada, el observarlas sin hacer nada para remediarlas es tan malo como las mismas conductas. Aquí entra en juego por ejemplo la conducta de Zimbardo que, viendo lo que pasaba con su experimento, fue incapaz de pararlo. Hasta que alguien que no estaba metido de lleno en la situación y se mostró disconforme con lo que allí estaba pasando y le llamó la atención el experimento continuo adelante.
La no oposición o pasividad de observadores en situaciones en las que se actuá malvadamente contribuye a que la maldad persista. Zimbardo, aun viendo las maldades que se estaban llevando a cabo en el experimento, se limitó solo a decirle a los carceleros que no acudieran a la violencia física para poner orden en la prisión. El propio Zimbardo quedó atrapado entre los roles de psicólogo director de un experimento y el de director de una prisión, fue tan culpable como el resto de lo que ocurrió dentro de la prisión por inacción.

El experimento que debía durar dos semanas tuvo que ser interrumpido a los 6 días. Todos los participantes, incluido el director del experimento perdieron el norte de lo que aquella situación significaba: un simple experimento. Todos asumieron como propio el rol que debían jugar en la prisión simulada, e incluso el propio Zimbardo dejó de ser el director de un proyecto científico para convertirse en “director de un centro penitenciario”. Tuvo que ser un observador externo, Christina Maslach, el que atizara “una bofetada” a Zimbardo para hacerle ver que todo el mundo “había perdido los papeles” en aquel experimento, y que aquello debía pararse de inmediato.

El experimento comenzó con la pérdida de la libertad de los sujetos, continuó con la pérdida de la intimidad y también con la pérdida de la individualidad de todos ellos. La situación separó a presos y carceleros de su entorno habitual y familiar y los sumergió en una realidad presente que los “obligó” a convivir de acuerdo a unas normas creadas por ellos mismos.

Unos y otros construyeron dentro de la prisión una nueva realidad social, creada en parte por la crueldad de los carceleros, pero también por los mismos presos al no hacer uso de su libertad personal para huir de la situación que los oprimía. Unos y otros abdicaron moralmente de la responsabilidad ante el mal que su propio comportamiento creaba. Todos, no como masa de individuos, sino cada uno en particular se sintió enajenado éticamente de su responsabilidad personal. El poder que se se dio a la situación tuvo su origen en en el constructo psicológico que cada uno de los grupos le dio al rol que se le asignó. Los carceleros debían mandar y los presos obedecer, y el fin se justificó con cualquier medio.

La cuestión que plantea Zimbardo con este experimento es hacernos ver como cualquiera en una situación determinada puede acabar actuando como nunca hubiera creído. Que la maldad no es tanto la “manzana podrida” sino las características “del cesto”, de la situación. El estudio de Zimbardo predica que cualquiera de nosotros frente a fuerzas situacionales determinadas seríamos capaces de actuar tanto malvada como bondadosamente. Quiere empujarnos con este estudio a que adoptemos una postura más humilde ante personas que actúan malvadamente, por que cualquiera de nosotros ante las mismas situaciones quizás hubiéramos actuado igual. Nos enseña que si la personalidad y la motivación son los que mueven a actuar al sujeto de una determinada manera, la situación contextual también tiene mucho que ver. La genética, la biología, la personalidad....predisponen pero no disponen del todo nuestra conducta. Creemos que somos dueños totales de nuestras decisiones, pero no siempre es así. Nuestro cerebro puede entrar a pilotar nuestra vida en modo automático muchas veces, y puede llevarnos a tomar decisiones no siempre constructivas y acertadas. Pero no por las fuerzas situacionales que actúan ante nuestras decisiones podemos justificar nuestras conductas destructivas, tanto con lo propio como con lo ajeno. Este estudio quiere ser una llamada de atención. Debemos hacernos conscientes de todo aquello que nos rodea, conscientes de nosotros mismos, y ser críticos con ello.
La empatía es necesaria tanto con las víctimas de actos malvados como con las personas que los cometen. Necesitamos ponernos sus mismos zapatos para poder llegar a comprender porque actúan así, y enseñarles a cambiar de actitud frente a los avatares de la vida y a su vez no caer nosotros mismos en esos errores. Reconocer nuestras emociones, las de los demás y gestionarlas de manera adecuada.
Optar, ya desde el principio de nuestra vida, por modelos de educación que fomenten la construcción positiva de nuestras vidas, a la apertura al conocimiento que forme conciencias críticas que nos ayuden a ser resistentes a las presiones sociales, a ver y poder diferenciar las dos caras de la misma moneda. Debemos ser conscientes de que lo que la mayoría cree o piensa no siempre es la mejor opción y que la libertad de pensamiento y acción es la que nos permite crecer como seres humanos. Debemos aprender a crear métodos de resistencia y oposición a las fuerzas situacionales que actúan sobre nosotros.
Encontrar el punto de equilibrio entre el cinismo y la credulidad total, la desconexión con aquellos que nos rodean y el dejar nuestras vidas en manos ajenas bajo ofertas falsas de seguridad. Zimbardo nos presenta en la siguiente web un programa de 10 pasos para poder resistir al las influencias sociales no deseadas, y mejorar la capacidad personal de resistencia y virtudes cívicas http://www.lucifereffect.com/guide_tenstep.htm
Es importante para conseguir estos objetivos conocer los paradigmas que nos ofrecen por ejemplo la psicología positiva encabezada por Martin Seligman, la inteligencia emocional de la que es su principal teórico Daniel Goleman, la compasión a la que nos adentra la religión budista, las trampas y las ventajas del deseo de las que nos habla Dan Ariely...Estas estrategias nos ayudarán a no caer en manos del mal, a no crearlo y a convertirnos en pequeños héroes cotidianos.

Para elaborar su teoría, Zimbardo tomó como base para su teoría los estudios de Solomon Asch ( experimentos sobre la conformidad), Stanley Milgram (experimento sobre la obediencia a la autoridad), Lewin (estudio sobre los tipos de liderazgo), Bandura (teorías del aprendizaje social), Becker (teoría del etiquetamiento), Adorno (estudios sobre la cultura y la personalidad autoritaria) o la filósofa Hannah Arendt en su libro “ Eichmann en Jerusalén: Un estudio sobre la banalidad del mal “.
Las conclusiones a las que lleva su estudio le llevan a comparar el efecto que se produjo en la conducta de todos los participantes en el EPS con otros hechos y sucesos que han acontecido a lo largo de la historia de la humanidad y que han sido considerados autenticas aberraciones, tales como el Holocausto nazi, las matanzas de Rwanda, los maltratos a los prisioneros de Abu Ghraib... y pequeñas actuaciones en la vida cotidiana que, aunque a veces son sutiles, pueden acabar, y acaban en muchos casos, destruyendo la psique e incluso la vida de cualquier ser humano. Ejemplos de este tipo de actuación lo son el acoso en cualquier ámbito de la vida (profesional, escolar, ciberespacio...), el racismo, la discriminación sexual...

Bibliografía consultada

El efecto Lucifer, Philip Zimbardo.
Anatomía de la destructividad humana, Eric Fromm.
La paradoja del tiempo: la nueva psicología del tiempo, Philip Zimbardo.

Recursos Web

http://www.ted.com/talks/philip_zimbardo_on_the_psychology_of_evil.html

http://blog.pucp.edu.pe/item/9986/desconexion-moral-albert-bandura-2-2

http://www.psicothema.com/pdf/3473.pdf

http://www.universidadperu.com/articulo-desindividualizacion-por-que-se-cometen-actos-de-violencia-universidad-peru.php

http://www.rtve.es/alacarta/videos/redes/redes-pendiente-resbaladiza-maldad/736047/

http://www.ted.com/talks/philip_zimbardo_prescribes_a_healthy_take_on_time.html

http://www.lucifereffect.com/guide_tenstep.htm

http://www.youtube.com/watch?v=oc34KMVVbm0

http://www.youtube.com/watch?v=ooy8eNqwIts&feature=related

http://www.youtube.com/watch?v=kMEg-oNreyc&feature=related



Filmografía

http://www.youtube.com/watch?v=G-bJ-zpBXLc La Ola

http://www.youtube.com/watch?v=cH4uK4Z50k8 El Experimento


Licencia Creative Commons
Reflexiones sobre la influencia social en la violencia. por Teresa Fibla Meis se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial 3.0 Unported.
Basada en una obra en http://www.prisonexp.org/espanol/.